Wednesday, August 08, 2007

Monólogo con ánimos

En al foresta bonsai de la Plaza
Luis Cabrera
De la Colonia Roma
Los árboles levantan mudras al cielo
Despliegan las nubes su eterna mascarada
Tensan los pájaros con sus fractales vuelos
La suavidad del aire
Baby palmeras aúllan de verdura
La fuente es una nube su húmeda fragancia
A todo nos envuelve
Todo transpira amor
Hasta yo que pergeño estos versos
Pensando en ti
En este pensarte que es amarte a distancia
Cuando seguramente
Estás en otro mundo
Dormida en otro sueño
Del que quizá no puedes —o quieres— despertar
Y de pronto qué súbita tristeza
La de este absurdo karma
Que me lleva a escribir poemas inspirados
Estúpidos monólogos de anhelo y de nostalgia
Con ánimos de diálogo
Latido tras latido contigo que no estás…
So love me rock me suck me to death

escuésceme en tu remolino
en la hojarasca helada de tu deseo muerto
para subir la montaña
que conduce a tu santo secreto
voy como bólido razgo la espesura
azul azul del aire para llegar a ti.


Dylan toca “Desolation row”
en el desierto de Arkansas
la luna recorta sombras alargadas
escupe palabras rellenas de caries
alguien rebota quizá mi corazón
se muere a fuego vivo
entre flamas moradas una víscera
se da a la luz.

Hay poemas que moran en silencio
cicatrices que quedan después de la batalla
entre los renos desquiciados cayeron los regalos
que te llevaba: mi corazón en ruinas
la canción andrajosa de un soldado
como sola medalla su mutilada vida
razguñando las puertas del infierno
sobreviviente de ti.

So love me rock me suck me to death
dáme tu amor o mátame de miedo
quien nada ya tiene qué puede perder
cualquier cosa ahora se sume en la verdad
quebrados maniquíes de nuestros propios actos
ya ves: nuestras palabras se vuelven polvo fino
fantasmas en huída ya de nosotros mismos
sólo el dolor nos hace meritorios de amarnos.
A sorry song for the colonnade

Nada más que perder quizás en el verano muerdagoso
Y sereno cuando es viernes en la noche y acribilla la lluvia
Y la casa navega la sombra
Como un barco las galernas incendiadas
O bocas funestas a punto de encallar
En qué emoción nostalgia de las fiestas
Déco de los abuelos
El indefatigable remolino y el estruendo
De la nada golpeteando las ventanas
Con su pasión de bestia
Y la fragilidad de jabón de la memoria
Despierta al tintineo de los cristales
La música de Bach que llena el cuarto
Los suaves dejos de la conversación
Revo-
Loteando
Las llamas del incendio
Para espantar la lluvia que acribilla
La sombra que se cierne
Impávida como una eternidad
Cualquier fantasma
Salido de qué tiempo el de mi infancia
Para espantar la sombra pertinaz
Del presente en que lo he perdido todo.

Thursday, August 25, 2005


Elatedness

altatension
a hell of a good poet, if you ask me

Saturday, February 05, 2005

Los ojos y las manos de vicente

bienvenidos a la celebración de la locura a la corona del gozo/ la ciudad desquiciada revienta sus entrañas/ en un estallido de pura pirotecnia/ para mostrársenos tan perra como es/ con su pelo de bruma y su collar de claxons/ oscura & alegre & doliente & jadeante ÷ las convulsiones de su ongoing orgasmo/ y sus toses de smog aceite alcohol barato/ con ánimo de viernes de quincena ganosa de pachanga/ novia del caos madre del desmadre/ manicomio de los solitarios amiga de los suicidas/ atrás quedaron tus años atildados/ de quieta compostura virginal/ tus modosos mohines y tu rubor helado/ hoy tu rostro está pintado por el vértigo/ tus ojos centellean en todos los cristales/ y tus labios de sangre se abren en una trepidante carcajada/ que estremece sinuosa todos tus ejes viales/ con el sabor del jazz/ hermosa ciudad de la desesperanza/ tan pútrida y tan bella como te pueden ver/ los ojos y las manos de vicente.


Tuesday, February 01, 2005

Y los malditos poemas para qué

para lalus uribus

La niña se tragó su chocolate
y huyó la metafísica chirriando las vidrieras
del estanco… Fernando Pessoa lo vio
con sus cárdenos ojos de poeta
y con todo y a pesar de todo escribió “Estanco”
buscando dar valor al chocolate
a la niña sucia y a la tarde esplendorosa
de su blanca ciudad al pie del mar.
Me ayuda recordarlo cuando pienso
-“¡y los malditos poemas para qué?”-
para eso, exactamente para eso
para arrancarle al tiempo la belleza
y detenerla, trémula, un instante
y verla, largamente, como quien no verá.

Andén

Un pañuelo en el fondo del amor
una sonrisa partida en la cornisa...

¿será porque nos vamos?

Monday, January 24, 2005

Tepo

Ese hombre del alba es rey
de su delirio, con
qué olímpico desdén recorta su figura
ungido de ceniza en medio de la calle
sin preocuparle el mundo, más
allá de aceptación o decepción
muerto para la vida, intensamente vivo para la muerte no
pretende decir nada, poco importa
su historia personal, lo que no griten
las tiesas crenchas empringadas del cabello y el
perfume a alcohol barato (que) lo cubre como un manto
invisible de rey. Con qué desdén nos mira el Ceniciento desde
la altiva dignidad de no tener más nada
que pedir o perder, con la sola elocuencia
de los crispados faros
de sus ojos, túneles
mordidos por el fuego
abiertos al abismo.

-¿Qué podemos valer
ante esos ojos, amigos
de la basura y las ratas?

Más
allá de bien y mal, de preferencia y quebranto, rey
a la ribera del mundo,
nos mira
desde
el umbral.

Monday, January 17, 2005

Posdata (farewell angelina)

Después de tu partida
sería poético hablar
del peso de las lágrimas
del desierto de no tenerte más
del vacío que queda después de que has partido
aunque yo
prefiero reír y recordar
fuimos maravillosos nos amamos como niños
en una enorme feria de atracciones
cómo no recordar tu sencillez de niña
tu frescura de abril y tu manera
de entregarte al amor tu desnudez dorada
de sirena en el mar inquieto de mis sábanas
además odiarías ser recordada
de otro modo que no fuera así
el día en que te vayas.

Monday, January 10, 2005

Freak show

Comienza la función
en el circo espectral de los fenómenos
tres gordas engominadas pintadas como zulúes con jetas paranormales y una chaparrita maomeno potable nos reciben con sendas sonrisas postizas y la atención autista de auténticos androides.
Camino al anfiteatro nos advierten: no podemos fumar
(abre la angustia zurcos
en el rostro contrito
de mi padrino charly)
yo les pido café —extracargado—y, vuelto mico, me rasco con la loca comezón de un yonqui desastrado ayuno de heroína.
Llegados a proscenio introducen las ninfas al restorán del pánel: 1 bulímica, 1 anoréxica, 1 cieguito y 1 parapléjico que luego llegará componen la fatídica cargada; las rondas edecanes ofrecen aguachirle envasado en polyplástico y, ágiles suspiros, se pliegan al abrigo de su tribu —no conviene intimar con los extraños, cuantimás si de fenómenos se trata, quién quita y se nos pega— oigo pensar a alguna; como podréis notar —hipersensible— para entonces chirrío de glacial ignominia.
Sentados ante verde tafetán nerviosos esperamos cual potros pura sangre el arranque del derby .
Arriba el parapléjico en su flamante silla un chico ciertamente atractivo y simpatico,
y no
puedo sino
observar
que faltan 1 travesty, 1 lesbiana, 1 incontinente sexual, 1 esquizo, 1 senador panista, 1 ninfo fatal y l asesino de ancianas para complementar como dios manda esta liga general de la injusticia.
De lo alto descorren el telón.
El auditorio gris muestra su triperío de ballena cascada que aguarda su jonás: su largo costillar vacía de un bostezo su tedio metafísico (poco a poco se puebla de fauna estudiantil acarreada y perpleja, diaguileves en serie que esperan ser movidos, zarandeados, constreñidos, consternados …—¿los freaks lo lograrán?

Arranca la bulímica sus loas a la guácara en un tono tristón y veiticuatrorero, pero, ay, la oficiosa miseria no es negocio: la muñeca cosecha aplausos tibios.
Le sigue la anoréxica, montañas de ropaje ocultan a los ojos la extrema palidez de su belleza gandhiana; en su frío cotubernio con la muerte atufa los sentidos de algunas colegialas que prestan atención a su lamento sáfico disfrutando el sombrío sabor de la tragedia.
Cuando el aplauso amaina, toca al padrino charly —con chorrocientas horas de volar en tribuna, su voz autoritaria de vendedor de autos semidescarados apresa la atención de los usuarios: como experimentado cirujano del alma disecciona el problema del alcohol, expone sus verdades y falacias, sus huecos, sus abismos y —hAAy una solución, asegura a la banda que para entonces come, absorta, de su mano.
El aplauso melifluo arrecia de un tirón, pasa de chipi chipi a chubascada; el silencio luego cae como una lápida. Horror, me toca a mí…
Tras de cortar cartucho, insisto en que la droga está de pocamadre, (—el jodido fui yo—, recalco receloso calibrando el impacto de la frase) y me lanzo tendido en una perorata tornada apologia ferviente del atasque (pienso en Coleridge, Shelley, Baudelaire y Rimbaud): el ajo y sus vislumbres mercuriales, el opio y su dulzura trepidante, la brutal claridad del peyotazo, la aguda percepción chamánica-jolística-ego-desinfladora del derrumbe serrano, la buena calidad del churro azteca, el amargo sopor del nembutal, el corazón sensual de la tachuela, la patada de mula al hirviente placer de la tecata arponeada…
en fin, que los chavales paran mientes y oreja y cómplices sonrisas esbozan en sus caras.
Luego viene el bajón, de la prendida fiesta desciendo al albañal: la huída de la novia y los amigos, la oscura soledad del apestado, el descenso cabal al inframundo, la música funérea que deja lo perdido, las sombrías presencias de ultratumba, el delirio y su roedor aleteo de cristales, la caída en la horrenda bocaza del vacío, la desintegración de la locura (derretido cerebro/corazón chamuscado) y —al punto de la muerte— la mano salvadora de AA.
Si bien espeluznados, el aplauso es menor al del padrino charly.
Aún falta lo mejor
El cieguito nos habla de su vida. Con los ojos cerrados escuchamos la historia de su lucha contra la adversidad buscando entre tinieblas esa luz que, asegura, ilumina sus días. Aguantamos un rato pero pronto —nerviosos y agotados como buzos sin aire— los volvemos a abrir y beben nuestras órbitas la luz —la luz de neón lechosa, negruzca y calcinada semeja un coro de ángeles— felices de brotar hacia la superficie
El cieguito nos deja muy atrás
Pero viene a cerrar el parapléjico
Su vida marcha rauda sobre ruedas
El pavor inenarrable de despertar un día en cama de hospital para encontrarse inválido
un accidente de esquí su vida partida en dos un antes y un después irrevocables
muestra su manecita enjuta y esmirriada un injerto de E.T. devenido licántropo
el inmenso heroísmo de levantar con ella dos piernas insensibles en su sopor de trapo
la endiablada proeza de llegar a poder vestirse sin ayuda
de llegar a vivir a levantar su vida desde sus mismas ruinas
y casarse y arreglárselas para tener un hijo
no todas las páginas de su libro son grises asegura con una sonrisa
la vida es un misterio que vale la pena…
El auditorio exaltado rebosante de horror no puede más estalla en un aplauso
—surtido el efecto alarma to the max, aliviados se miran—felices los normales—se sacuden la ñáñara y abandonan la sala.
El staff agradece y presuroso se va.
Los fenómenos reímos un instante
ante el vacío costillar de la ballena
nos miramos sabemos que el circo ha terminado
y —tras la espuria Gloria del frío reflector—
los renglones retorcidos que un dios ebrio escribiera en el libro de la vida
volvemos a las sombras de nuestro anonimato.