Y los malditos poemas para qué
para lalus uribus
La niña se tragó su chocolate
y huyó la metafísica chirriando las vidrieras
del estanco… Fernando Pessoa lo vio
con sus cárdenos ojos de poeta
y con todo y a pesar de todo escribió “Estanco”
buscando dar valor al chocolate
a la niña sucia y a la tarde esplendorosa
de su blanca ciudad al pie del mar.
Me ayuda recordarlo cuando pienso
-“¡y los malditos poemas para qué?”-
para eso, exactamente para eso
para arrancarle al tiempo la belleza
y detenerla, trémula, un instante
y verla, largamente, como quien no verá.
La niña se tragó su chocolate
y huyó la metafísica chirriando las vidrieras
del estanco… Fernando Pessoa lo vio
con sus cárdenos ojos de poeta
y con todo y a pesar de todo escribió “Estanco”
buscando dar valor al chocolate
a la niña sucia y a la tarde esplendorosa
de su blanca ciudad al pie del mar.
Me ayuda recordarlo cuando pienso
-“¡y los malditos poemas para qué?”-
para eso, exactamente para eso
para arrancarle al tiempo la belleza
y detenerla, trémula, un instante
y verla, largamente, como quien no verá.
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